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El poder de los comienzos | por Ximena Peredo

Les compartimos este editorial publicado el 27 de diciembre de 2013 en el periódico El Norte:


El poder de los comienzos

por Ximena Peredo

Calendarizamos nuestra existencia, cumplimos años, medimos los días en horas y las horas en minutos como recordatorio de la inevitabilidad de los cierres e inicios.

Por supuesto el tiempo es indomable. Su contundencia nos deja mudos, aunque nos entretiene bastante creer que lo controlamos con la invención del reloj. Desde entonces es inminente el riesgo que corremos de que este invento devore a nuestro padre-madre: el misterio.

En el calendario cósmico planteado por Carl Sagan, en el 1 de enero sucede el Big Bang, el sistema solar aparece el 9 de septiembre, la vida en la Tierra 14 días después, el dinosaurio aparece el 24 de diciembre y el homo sapiens aparecería apenas hora y media antes de la media noche del 31 de diciembre. Nuestra historia ocupa apenas los últimos 10 segundos del año.

Quizá en un par de estos segundos el homo sapiens mutó en homo videns, quien ha construido un mundo teatral del que cree ser protagonista. Se ha contentado con parecer. "Todo lo que estaba vivo se aparta en una representación", escribió Guy Debord en "La Sociedad del Espectáculo". Ya no importa qué tan cierto sea un sentimiento en tanto se sepa representar con un regalo. Posamos para la foto sin advertir que la vida es un flashazo.

Ese instante bastaría, sin embargo, para innovar, iniciar algo inédito, pensar repentinamente en lo impensable. Ese lapso sagrado es la diferencia entre la nada y la existencia. Por lo tanto, somos creadores. Antes de ser, antes de ver, antes de sentir son antesalas hacia algo incierto. El día aparece a la noche, la gota se precipita, la depresión se esfuma, una vida nace.

Está por concluir la última vuelta que hemos medido alrededor del Sol. Estamos por entrar a lo que llamamos año 2014. Además de quienes se han ido y quienes han llegado, en casa se viven nuevas angustias, sobre todo para quienes hemos leído como desastre político las últimas decisiones de trascendencia pública. La invitación a fingir, a hacerse el crédulo, se disfraza de optimismo.

Se nos motiva a actuar, a representar el papel del ciudadano confiado. Parece estar todo tan dispuesto, las reglas, las etapas, los procesos tan estudiados, que corremos el riesgo de creer que el sistema no falla y que las crisis son resultado de nuestros defectos. Todavía peor: nos volvemos defensores de la ruta a colisión.

El fin es necesario para dar paso a cualquier inicio. Una sociedad sin muerte ni nacimientos sería insoportable pues, a decir de Hannah Arendt, sólo existiría la inmutable y eterna repetición. Pero Arendt no sólo se refiere a los nacimientos y muertes biológicos, sino a la facultad de comenzar. Ese poder nuestro para introducir en el mundo lo imprevisible.

La vida y la muerte son las dos caras de ese misterio del que somos hijos. Una alimenta a la otra. La vida es un efecto de la muerte y viceversa. Así como no puede comenzar un año sin que termine el anterior, de la misma forma no podemos sujetarnos de otras cuerdas sino soltándonos de las que están por reventarse.

Al menos en la vida pública que compartimos, el 2013 nos deja vapuleados. No supimos responder. Mi propuesta hoy más filosófica que pragmática es que aprendamos a aceptar la muerte de ciertas ideas. No vayamos a estar criticando al sistema usando los mismos fundamentos que han probado su desgaste.

Que aprendamos pues a morir. Que distingamos la vida de la representación. Que ejerzamos el poder de los comienzos. Son mis deseos para este 2014.

Imagen de riandesign.eu

Ximena Peredo es columnista, narradora y activista social. Tiene estudios en ciencia política y antropología, y actualmente estudia en la Universidad de Coimbra, en Portugal, una maestría en estudios democráticos. Desde 1998 escribe semanalmente en las páginas editoriales de EL NORTE.
Correo: ximenaperedo@gmail.com / Visita su blog 'Bajo la Sombra de un Árbol'


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