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"Magdalena despierta", por @XimenaPeredoR

Magdalena despierta

Ximena Peredo

(10-04-2015).- Con licencia, hoy echaré mano de un pasaje bíblico. En los alrededores del sepulcro, María Magdalena se encuentra tan arrojada a su duelo, tan desolada, que su tristeza le impide reconocer al mismo Jesús resucitado, que le habla.

Los mexicanos estamos un poco así, como la Magdalena. Lloramos la avalancha de desgracias, inventariamos los agravios y no logramos ver por dónde las cosas mejorarán. ¡No hay alternativas!, sollozamos. ¡Todo está podrido!, nos limpiamos los mocos.

Y no es que las cosas estén mejor de lo que pensamos, pero sospecho que estamos atrapados en no poder reconocer las alternativas que nuestras mentes no puede pensar.

Llevado a la metáfora pascual, digamos que Magdalena, al no esperar encontrarse a Jesús vivo -tres días después de verlo crucificado-, simplemente no lo pudo ver. Es decir, la crisis política mexicana está más instalada en nuestras mentes gobernadas, que en los destrozos materiales de los propios Gobiernos.

Un ejemplo de ello es que sólo estamos dispuestos a determinadas soluciones. Las alternativas fuera de nuestro marco de posibilidades imaginadas no existen.

Así, por ejemplo, esperamos que sea un candidato honesto, o un cuerpo de líderes decentes quienes aparezcan, tomen la batuta, y nos indiquen la nueva ruta. Éstos son los héroes imaginables, otros no hay.

El racismo institucional, instalado desde la época colonial hasta nuestros días, nos ha programado para creer que los inteligentes, los decentes, los jefes son, básicamente, hombres blancos con poder. Estos tres elementos, sexo, color de piel y clase social, han creado códigos errados de lectura. En México, una persona es de entrada "respetable" si suma estos elementos.

En contraposición, una mujer morena y pobre sería el último de los personajes en donde ubicaríamos "al héroe". Las comunidades indígenas, símbolo de ignorancia y retraso, nunca podrían enseñarle al resto "mestizo" a hacer política. Confundimos lo impensable con lo imposible.

El neoliberalismo impuso a base de políticas públicas una (falsa) línea evolutiva que empujaba a las poblaciones rurales hacia los entornos urbanos. La superación, la educación, el conocimiento valioso rodaba en motor sobre concreto y estudiaba en las universidades. Efecto de estas ideas, hoy los habitantes de las ciudades se resisten a mirar a los pueblos para aprender a vivir bien.

Y no es que ni en lo rural ni en lo indígena exista algo esencial o puro, pero parece que el eslabón más débil, las poblaciones más oprimidas, las que no tienen nada que perder, rompen la cadena de impunidad.

No son ni todos los indígenas ni todos los pueblos, pero ha comenzado la construcción de un nuevo-viejo umbral, una otra posibilidad política: organización sin partidos políticos, sin campañas, sin dinero.

Cherán va a dejar de ser pronto una experiencia excepcional, una fuga inexplicable del sistema, para convertirse, así lo espero, en la primera experiencia mexicana de autonomía político-institucional.

Los padres de los normalistas desaparecidos ya hicieron pública su intención. Escribieron al Consejo General del INE para explicarles -porque siguen sin aceptarlo- que no hay condiciones para que las elecciones partidistas se lleven a cabo en donde faltan 43 estudiantes, y otras 30 mil personas en todo el territorio nacional, víctimas del sistema político podrido que sólo busca, por la vía del sufragio, ampararse en la impunidad.

Los padres de los 43 normalistas desaparecidos en protesta frente al Instituto Nacional Electoral (Cuartoscuro).
"Sin elecciones estaríamos sujetos a la arbitrariedad del más fuerte y a los riesgos de que el acceso a los cargos del gobierno se resolvieran recurriendo a la violencia política", contestaron los 11 consejeros del INE haciendo pública su ignorancia y su gravísima ceguera institucional.

Fueron todavía más erráticos al sostener: "La Constitución no concibe un solo resquicio para que no haya elecciones".

No se trata de resquicios, sino de derechos claramente expresados, que los consejeros no quieren ver so riesgo de volverse irrelevantes. Artículo 39 de la Constitución Mexicana: "El pueblo tiene en todo tiempo el inalienable derecho de alterar o modificar la forma de su gobierno".


ximenaperedo@gmail.com




Editorial publicado en El Norte el 10 de abril de 2015.

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